Eduardo Galeano






Eduardo Galeano
 En una esquina, ante el semáforo en rojo, alguien traga fuego, alguien lava parabrisas, alguien vende banderitas y muñecas que hacen pipí. Alguien escucha el horóscopo en la radio, agradecido de que los astros se ocupen de él.
     Caminando entre los altos edificios, alguien quisiera comprar silencio o aire, pero no le alcanzan las monedas. En un cochino suburbio, entre los enjambres de moscas de arriba, y los ejércitos de ratas abajo, alguien alquila una mujer por tres minutos.
     Alguien habla solo ante el teléfono, después de colgar el tubo. Alguien habla solo ante el televisor. Alguien habla solo ante la máquina tragamonedas. Alguien riega una maceta de flores de plástico. Alguien sube a un ómnibus vacío en la madrugada...y el ómnibus sigue estando vacío.

Los Nadies
     Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salir de pobres, que algún día mágico llueva, de pronto, la buena suerte, que lleva a cántaros la buena suerte; pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca, ni el lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los nadies la llamen y aunque les piquen la mano izquierda, o se levanten con el pie derecho, o empiecen el año cambiando la escoba.
     Los nadies: los hijos de nadie, los dueño de nada.
     Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos:
     Que no son aunque sean. Que no hablan idiomas, sino dialectos. Que no profesan religiones, sino supersticiones. Que no hacen arte, sino artesanía. Que no tiene cultura, sino folklore. Que no son seres humanos, sino recursos humanos. Que no tiene cara, sino brazos. Que no tienen cara sino número. Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local. Los nadies...que cuestan menos que la bala que los mata.



Las guerras calladas
     No estalla como las bombas ni suena cómo los tiros. El hambre que mata callado mata a los callados. De ellos sabemos todos. Los expertos, los pobrólogos, los estudian y nos dan los datos actualizados. Cuántos son, qué no comen, en qué no trabajan, cuánto no pesan, cuánto no miden, qué no tienen, qué no piensan, qué no votan, en qué no creen.
     Sólo falta saber porque los pobres son pobres. Ellos...los muertos en las guerras, los presos de las cárceles, los brazos disponibles y desechables, sin tierra, si casa, si camino.
      ¿Será que los pobres son pobres porque su hambre nos da de comer y su desnudez nos viste? ¿ Qué sería de nosotros sin ellos?
   



Los dueños de mundo
          El amor que pasa, la vida que pesa, la muerte que pisa.  Hay dolores inevitables, y así es nomás, y ni modo. Pero los dueños del mundo agregan dolor al dolor, y encima nos cobran esa favor que nos hacen. El dinero contante y sonante pagamos, cada día, el impuesto al valor agregado. Y en desdicha, contante y sonante, pagamos, cada día, el impuesto al dolor agregado. El dolor agregado se disfraza de fatalidad del destino, como si fuera la misma cosa la angustia que nace de la fugacidad de la vida y la angustia que nace de la fugacidad del empleo.

                                    AMARES
                                                                                    
  
 El amor es una enfermedad, de las mas jodidas y contagiosas. A los enfermos cualquiera nos reconoce. Hondas ojeras no delatan que jamás dormimos, despabilados, noche tras noche por los abrazos, o por la ausencia de los abrazos, y padecemos fiebres devastadoras y sentimos una irresistible necesidad de decir estupideces. El amor se puede provocar, dejando caer un puñadito de polvo de quereme, como al descuido, en el café o en la sopa o el trago. Se puede provocar, pero no se puede impedir. No lo impide el agua bendita, ni lo impide el polvo de la ostia; tampoco el diente de ajo sirve para nada. El amor es sordo al Verbo divino y al conjuro de las brujas. No hay decreto de gobierno que pueda contra él, ni pócima capas de evitarlo.   



       el pánico macho         
     Unos de los mitos más antiguos y más universales, cuenta que la primera noche yacían juntos la mujer y el hombre, cuando él escuchó un ruidito amenazante, un crujidero de dientes entre las piernas de ella y el susto le cortó el abrazo.
     Los macho mas machos del mundo (la verdad sea dicha) tiemblan todavía en cualquier lugar del mundo, cuando recuerdan, sin saber que recuerdan, aquel peligro de devoración. Y se preguntan los machos más machos, sin saber que se preguntan: "¿Será que la mujer sigue siendo una puerta de entrada que no tiene salida?"   



La noche /1
No consigo dormir. Tengo una mujer atravesada entre los párpados. Si pudiera, le diría que se valla; pero tengo una mujer atravesada en la garganta.

La noche /2
Arránqueme, señoras, las ropas y las dudas. Desnúdeme, desnúdeme.

La noche /3
Yo me duermo a la orilla de una mujer: yo me duermo a la orilla de un abismo.

La noche /4
Me desprendo del brazo. Salgo a la calle. En el cielo, ya clareando, se dibuja, finita, la luna. La luna tiene dos noches de edad. Yo, una.








DEL DESEO SOMOS
La vida, sin nombre, sin memoria estaba sola. Tenía manos pero no tenía a quien tocar. Tenía boca pero no tenía con quien hablar. La vida era una, y siendo una no era ninguna.
Entonces el deseo disparó su arco. Y la flecha del deseo partió la vida al medio, y la vida fue dos.
Los dos se encontraron y se rieron. Les daba risa verse, y tocarse también.